Eres mi hermana, nacimos tan inocentes y llenos de necesidad. A veces eramos muy amigos, pero otras, era tan cruel. Sobre todo, aquellas noches que te pedía que me mirases mientras dormía. Yo tenía tanto miedo de la noche, y tú te manejabas tan bien por mis miedos. Vivías en mi mundo tan dura, con la sola protección de tu generosidad innata. Eres mi hermana, y te quiero. Ojalá que se cumplan todos y cada uno de tus sueños. Nos sentíamos tan distintos y con los años somos tan parecidos. La forma de reirnos, la manera de sufrir. Tantas vivencias, imposible olvidar gestos y palabras que nadie más conoce. Eres mi hermana, y te quiero. Ojalá qué se cumplan todos y cada uno de tus sueños. Eso es lo que espero, qué se cumplan y se hagan realidad.
Antony Hagerty nació en Chichester, ciudad de la región de West Sussex en el Reino Unido en el año 1971. De padre ingeniero y madre fotógrafa es el segundo de cuatro hermanos.[1] En 1977 se trasladó a Ámsterdam y en 1981 se estableció en San José, California. En su adolescencia fue un gran seguidor del Synth pop, especialmente de artistas como Boy George y Marc Almond, líder de Soft Cell. En 1990 se estableció definitivamente en Nueva York para estudiar Teatro experimental en la Universidad de Nueva York.
Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa. Miedo de quedarme dormido durante la noche. Miedo de no poder dormir. Miedo de que el pasado regrese. Miedo de que el presente tome vuelo. Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta. Miedo a las tormentas eléctricas. Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla. Miedo a los perros aunque me digan que no muerden. ¡Miedo a la ansiedad! Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto. Miedo de quedarme sin dinero. Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer. Miedo a los perfiles psicológicos. Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera. Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre. Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable. Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía. Miedo a la confusión. Miedo a que este día termine con una nota triste. Miedo a despertarme y ver que te has ido. Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado. Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo. Miedo a la muerte. Miedo a vivir demasiado tiempo. Miedo a la muerte. Ya dije eso.
Carver nació en Clatskanie, Oregón y creció en Yakima, Washington. Su padre trabajaba en un aserradero y era alcohólico. Su madre trabajaba como camarera y vendedora. Tuvo un único hermano llamado James Franklyn Carver que nació en 1943.
Durante algún tiempo, Carver estudió bajo la tutela del escritor John Gardner, en el Chico State College, en Chico, California. Publicó un sinnúmero de relatos en revistas y periódicos, incluyendo el New Yorker y Esquire, que en su mayoría narran la vida de obreros y gente de las clases desfavorecidas de la sociedad estadounidense. Sus historias han sido incluidas en algunas de las más prestigiosas compilaciones estadounidenses: Best American Short Stories y el Premio O. Henry de relatos cortos. http://es.wikipedia.org/wiki/Raymond_Carver
Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar. Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos, hay un espejo que me ha visto por última vez, hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo. Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos) hay alguno que ya nunca abriré. Este verano cumpliré cincuenta años; La muerte me desgasta, incesante.
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El mar
Antes que el sueño (o el terror) tejiera Mitologías y cosmogonías, Antes que el tiempo se acuñara en días, El mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento Y antiguo ser que roe los pilares De la tierra y es uno y muchos mares Y abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera,
Siempre. Con el asombro que las cosas Elementales dejan, las hermosas Tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día Ulterior que sucede a la agonía.
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A un poeta menor de 1899
Dejar un verso para la hora triste
Que el confín del día nos acecha,
Ligar tu nombre a su doliente fecha
De oro y de vaga sombra. Eso quisiste.
¡Con qué pasión, al declinar el día,
Trabajarías en extraño verso
Que, hasta la dispersión del universo,
La hora de extraño azul confirmaría!
No sé si lo lograste ni siquiera,
Vago hermano mayor, si has existido,
Pero estoy solo y quiero que el olvido
Restituya a los días tu ligera
Sombra para este ya cansado alarde
De unas palabras en que esté la tarde.
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A Un Poeta Sajón
Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo, Pesó como la nuestra sobre la tierra, Tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella, Tú que viniste no en el rígido ayer Sino en el incesante presente, En el último punto y ápice vertiginoso del tiempo, Tú que en tu monasterio fuiste llamado Por la antigua voz de la épica, Tú que tejiste las palabras, Tú que cantaste la victoria de Brunanburh Y no la atribuiste al Señor Sino a la espada de tu rey, Tú que con júbilo feroz cantaste, La humillación del viking, El festín del cuervo y del águila, Tú que en la oda militar congregaste Las rituales metáforas de la estirpe, Tú que en un tiempo sin historia Viste en el ahora el ayer Y en el sudor y sangre de Brunanburh Un cristal de antiguas auroras, Tú que tanto querías a tu Inglaterra Y no la nombraste, Hoy no eres otra cosa que unas palabras Que los germanistas anotan. Hoy no eres otra cosa que mi voz Cuando revive tus palabras de hierro.
Pido a mis dioses o a la suma del tiempo que mis días merezcan el olvido, que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,
pero que algún verso perdure en la noche propicia a la memoria o en las mañanas de los hombres
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A un viejo poeta
Caminas por el campo de Castilla y casi no lo ves. Un intrincado versículo de Juan es tu cuidado y apenas reparaste en la amarilla
puesta del sol. La vaga luz delira y en el confín del Este se dilata esa luna de escarnio y de escarlata que es acaso el espejo de la Ira.
Alzas los ojos y la miras. Una memoria de algo que fue tuyo empieza y se apaga. La pálida cabeza
bajas y sigues caminando triste, sin recordar el verso que escribiste: Y su epitafio la sangrienta luna.
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El poeta declara su nombradía
El círculo del cielo mide mi gloria, las bibliotecas del Oriente se disputan mis versos, los emires me buscan para llenarme de oro la boca, los ángeles ya saben de memoria mi último zéjel. Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia; ojalá yo hubiera nacido muerto.
Límites De estas calles que ahondan el poniente, una habrá (no sé cuál) que he recorrido ya por última vez, indiferente y sin adivinarlo, sometido
a quién prefiera omnipotentes normas y una secreta y rígida medida a las sombras, los sueños y las formas que destejen y tejen esta vida.
Si para todo hay término y hay tasa y última vez y nunca más y olvido ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido?
Tras el cristal ya gris la noche cesa y del alto de libros que una trunca sombra dilatada por la vaga mesa, alguno habrá que no leeremos nunca.
Hay en el sur más de un portón gastado con sus jarrones de mampostería y tunas, que a mi paso está vedado como si fuera una litografía.
Para siempre cerraste alguna puerta y hay un espejo que se aguarda en vano; la encrucijada te parece abierta y la vigila, cuadrifronte, Jano.
Hay, entre todas tus memorias, una que se ha perdido irreparablemente; no te verán bajar a aquella fuente ni el blanco sol ni la amarilla luna.
No volverá tu voz a lo que el persa dijo en su lengua de aves y de rosas, cuando el ocaso, ante la luz dispersa, quieras decir inolvidables cosas.
¿Y el incesante Ródano y el lago, todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino? Tan perdido estará como Cartago que con fuego y con sal borró el latino.
Creo en el alba oír un atareado rumor de multitudes que se alejan; son los que me han querido y olvidado; espacio y tiempo y Borges ya me dejan. LA LUNA A María Kodama
Hay tanta soledad en ese oro. La luna de las noches no es la luna ...que vio el primer Adán. Los largos siglos de la vigilia humana la han colmado de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo
El círculo del cielo mide mi gloria. las bibliotecas del Oriente se disputan mis versos, los emires me buscan para llenarme de oro la boca, los ángeles ya saben de memoria mi último zajel. Mis intrumentos de trabajo son la humillación y la angustia; ojalá yo hubiera nacido muerto. Del Diván de Abulcásim el Hadramí (siglo XII) (Encontrado en El hacedor, de Jorge Luis Borges)
Los espejos
Yo que sentí el horror de los espejos no sólo ante el cristal impenetrable donde acaba y empieza, inhabitable, un imposible espacio de reflejos
sino ante el agua especular que imita el otro azul en su profundo cielo que a veces raya el ilusorio vuelo del ave inversa o que un temblor agita
Y ante la superficie silenciosa del ébano sutil cuya tersura repite como un sueño la blancura de un vago mármol o una vaga rosa,
Hoy, al cabo de tantos y perplejos años de errar bajo la varia luna, me pregunto qué azar de la fortuna hizo que yo temiera los espejos.
Espejos de metal, enmascarado espejo de caoba que en la bruma de su rojo crepúsculo disfuma ese rostro que mira y es mirado,
Infinitos los veo, elementales ejecutores de un antiguo pacto, multiplicar el mundo como el acto generativo, insomnes y fatales.
Prolonga este vano mundo incierto en su vertiginosa telaraña; a veces en la tarde los empaña el Hálito de un hombre que no ha muerto.
Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro paredes de la alcoba hay un espejo, ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo que arma en el alba un sigiloso teatro.
Todo acontece y nada se recuerda en esos gabinetes cristalinos donde, como fantásticos rabinos, leemos los libros de derecha a izquierda.
Claudio, rey de una tarde, rey soñado, no sintió que era un sueño hasta aquel día en que un actor mimó su felonía con arte silencioso, en un tablado.
Que haya sueños es raro, que haya espejos, que el usual y gastado repertorio de cada día incluya el ilusorio orbe profundo que urden los reflejos.
Dios (he dado en pensar) pone un empeño en toda esa inasible arquitectura que edifica la luz con la tersura del cristal y la sombra con el sueño.
Dios ha creado las noches que se arman de sueños y las formas del espejo para que el hombre sienta que es reflejo y vanidad. Por eso no alarman.
se han desplegado -y son también la patria- las calles;
ojalá en los versos que trazo
estén esas banderas.
"Las calles" es el primer poema del primer libro de poemas de Borges, Fervor de Buenos Aires (1923). Borges escribió este libro poco después de volver a Argentia después de vivir y estudiar en Europa. El libro refleja su deseo de captar y comunicar el ambiente de la ciudad más grande y dinámica de América Latina en los años veinte, una ciudad que él redescubrió después de varios años de ausencia. En los años cincuenta y sesenta, Borges llegó a ser uno de los escritores más famosos de Latinoamérica y volvió a editar sus primeros libros. En 1969, publicó una nueva versión de Fervor de Buenos Aires. Vamos a leer la versión original de "Las calles" (1923) y compararla con la versión que Borges reeditó en 1969, 26 años depués de la primera versión.
Ahí está lo que fue: la terca espada del sajón y su métrica de hierro, los mares y las islas del destierro del hijo de Laertes, la dorada luna del persa y los sin fin jardines de la filosofía y de la historia, el oro sepulcral de la memoria y en la sombra el olor de los jazmines. Y nada de eso importa. El resignado ejercicio del verso no te salva ni las aguas del sueño ni la estrella que en la arrasada noche olvida el alba. Una sola mujer es tu cuidado, igual a las demás, pero que es ella
Zumban las balas en la tarde última. Hay viento y hay cenizas en el viento, se dispersan el día y la batalla deforme, y la victoria es de los otros. Vencen los bárbaros, los gauchos vencen. Yo, que estudié las leyes y los cánones, yo, Francisco Narciso de Laprida, cuya voz declaró la independencia de estas crueles provincias, derrotado, de sangre y de sudor manchado el rostro, sin esperanza ni temor, perdido, huyo hacia el Sur por arrabales últimos. Como aquel capitán del Purgatorio que, huyendo a pie y ensangrentando el llano, fue cegado y tumbado por la muerte donde un oscuro río pierde el nombre, así habré de caer. Hoy es el término. La noche lateral de los pantanos me acecha y me demora. Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca con jinetes, con belfos y con lanzas. Yo que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros, de dictámenes a cielo abierto yaceré entre ciénagas; pero me endiosa el pecho inexplicable un júbilo secreto. Al fin me encuentro con mi destino sudamericano. A esta ruinosa tarde me llevaba el laberinto múltiple de pasos que mis días tejieron desde un día de la niñez. Al fin he descubierto la recóndita clave de mis años, la suerte de Francisco de Laprida, la letra que faltaba, la perfecta forma que supo Dios desde el principio. En el espejo de esta noche alcanzo mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.
Pisan mis pies la sombra de las lanzas que me buscan. Las befas de mi muerte, los jinetes, las crines, los caballos, se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe, ya el duro hierro que me raja el pecho, el íntimo cuchillo en la garganta.
Del rigor en la ciencia En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas. Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658.
Traiga cuentos la guitarra de cuando el fierro brillaba, cuentos de truco y de taba, de cuadreras y de copas, cuentos de la Costa Brava y el Camino de las Tropas.
Venga una historia de ayer que apreciarán los más lerdos; el destino no hace acuerdos y nadie se lo reproche ya estoy viendo que esta noche vienen del Sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia de los hermanos Iberra, hombres de amor y de guerra y en el peligro primeros, la flor de los cuchilleros y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder la soberbia o la codicia: también el coraje envicia a quien le da noche y día el que era menor debía más muertes a la justicia.
Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava.
Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel
Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña, ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios serán favor tan misterioso como mirar tu sueño implicado en la vigilia de mis brazos. Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes. Arrojado a quietud, divisaré esa playa última de tu ser y te veré por vez primera, quizá como Dios ha de verte, desbaratada la ficción del Tiempo, sin el amor, sin mí. . (“Luna de Enfrente” 1925)
A LORCA
soneto 1 y 2
Foto de Ivan Pinkava
Su padre, Jorge Guillermo Borges, argentino, natural de Entre Ríos, fue abogado y profesor de psicología. Era un ávido lector y tenía aspiraciones literarias que concretó en una novela, El caudillo, y algunos poemas; además tradujo a Omar Jayyam de la versión inglesa de Fitzgerald. Para 1970, Jorge Luis Borges recordaba con estas palabras a su padre: "Él me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música".[2] Su madre, Leonor Acevedo Suárez, era uruguaya. Aprendió inglés de su marido y tradujo varias obras de esa lengua al español. La familia de su padre tenía orígenes españoles, portugueses e ingleses; la de su madre, españoles y posiblemente portugueses. En su casa se hablaba en español e inglés.
Borges nació, a los ocho meses de gestación, en una típica casa porteña de fines del siglo XIX, con patio y aljibe, dos elementos que se repetirán como un eco en sus poesías. Su casa natal estaba situada en la calle Tucumán 840, pero su infancia transcurrió un poco más al norte, en la calle Serrano 2135 del barrio de Palermo. La relación de Borges con la literatura comenzó a muy temprana edad, siendo que a los cuatro años ya sabía leer y escribir. Debido a que en su casa se hablaba tanto español como inglés, Borges creció como bilingüe.
Ya está todo en sazón. Me siento hecha, me conozco mujer y clavo al suelo profunda la raíz, y tiendo en vuelo la rama, cierta en ti, de su cosecha.
¡Cómo crece la rama y qué derecha! Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo de vivir y vivir: tender al cielo, erguida en vertical, como la flecha
que se lanza a la nube. Tan erguida que tu voz se ha aprendido la destreza de abrirla sonriente y florecida.
Me remueve tu voz. Por ella siento que la rama combada se endereza y el fruto de mi voz se crece al viento.
Poeta española nacida en Málaga en 1931. Desde niña mostró una fuerte inclinación por la poesía, la pintura y la música, disciplinas que cultivó a través de su educación en colegios de marcada tendencia religiosa. A los veinticuatro años contrajo matrimonio con Rafael León quien se convirtió en su guía y editor, dedicándose de lleno a la poesía. Es académica numeraria de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, de Málaga; académica correspondiente de las Reales Academias de Cádiz, Córdoba, Sevilla y San Fernando; consejera del Centro Andaluz de las Letras de la Junta de Andalucía, de la "Fundación de la Generación del 27" de Madrid, del "Centro Cultural Generación del 27" de Málaga, de la "Fundación María Zambrano" ( Vélez-Málaga ), y de "Honorary Associate of The Hispanic Society of America" de Nueva York. Ha obtenido numerosas distinciones entre las que se destacan: Premio Andalucía de la Crítica 1998, Premio Nacional de la Crítica 1998», «Premio Luis de Góngora de la Letras Andaluzas, Medalla de Oro de la Provincia de Málaga» e «Hija predilecta de Andalucía
Desde la rama del ciprés dormido el dulce ruiseñor canta a la luna y la invita a bajar hasta su nido... Ya ves qué casto amor tan sin fortuna... Y eso que el ruiseñor, en su descuido puede llegar volando hasta la luna.
Envuelto entre la luz embrujadora da al viento el ruiseñor, todas las galas que en su garganta mágica atesora; y la Luna se vuelve toda escalas de seda y luz...(La luna dizque ignora que su dulce cantor tiene dos alas...)
Calla el agua en los claros surtidores se aduermen los arroyos cristalinos y se despiertan a escuchar las flores... Astro y pájaro, a un tiempo, están divinos... Y ella baja hasta él vuelta fulgores, y él asciende hasta ella vuelto trinos...
LLeno de sombra y de quietud, como una pupila abierta al cielo indiferente, un retazo perdido de laguna sueña en la fronda del jardín... Presiente la pálida belleza de la luna aquel espejo claro y transparente.
El ruiseñor solloza dolorido envuelto entre la luz embrujadora cuando calla de pronto, sorprendido, porque desde la rama en donde llora advierte que la luna se ha caído y flota sobre el agua onduladora.
Calla el agua en los claros surtidores, se aduermen los arroyos cristalinos y se despiertan a escuchar las flores... Luna y pájaro, a un tiempo, están divinos... Y ella asciende hasta él vuelta fulgores, y él desciende hasta ella vuelto trinos.
El pájaro suplica, impreca y canta mientras se multiplica a maravilla la flauta de su eglógica garganta... Y salta alegre al ver cómo se humilla la Luna que corriendo tras su planta se viene sobre el agua hasta la orilla...
Ante el dulce deliquio que le miente la luna, riendo del cristal del lago, loco de amor el ruiseñor se siente, y respondiendo al amoroso halago, hunde el pico en el agua transparente y se bebe la luna trago a trago
Nació en la ciudad de Panamá en 1883. Posteriormente se marcha a estudiar Pintura en la ciudad de Bogotá, de donde tuvo que regresar por razones políticas. Vivió en Barcelona entre 1908 y 1911, como cónsul de Panamá. (La nostalgia de su patria lejana y los recuerdos de su infancia lo mueven a escribir desde esta ciudad , la poesía Patria, "uno de los más hermosos cantos dedicados a expresar la emoción de la tierra propia.") Desempeñó otros cargos públicos, entre ellos el de director de los Archivos Nacionales. Fue secretario perpetuo de la Academia Panameña de la Lengua. Muere el 2 de marzo de 1940.
Comprendí que tus manos no estaban hechas para los pequeños gestos.
Peleaban en el borde del papel para nombrarse en algunas letras.
Me leías con tus ojos mientras tus manos eran gritos en la boca de un túnel.
Me hablabas de tus manos y mis piernas dibujaban alas en tu espalda.
Hay un recorrido de ojos en la exaltación donde puede recostarse el desafío como un velero a contraluz.
Tus manos construyeron un puente invisible sobre el destino de las palabras, un pensamiento como una oculta forma de salvación igual al recorrido del asombro.
¿Cómo pudiste quedarte en silencio después de extraer esa multitud de eternidades en otro movimiento del tiempo después de desatar la infinitud de las formas en el perpetuo movimiento del deseo?
Como una presencia extraña, quizás la de un refugiado que escapa de un lugar muy frío, o la de un niño que ha olvidado sus juegos y se precipita como una nueva figuración de la sorpresa.
Las letras de tu poema abrazaron mi sangre en esta necesidad de inventarte
Cuando mi cuerpo en tus manos era un estallido de pájaros.
MARIZEL ESTONLLO.Nació y vive en Bs.As, poeta ,farmacéutica , psicoanalista.Publicó los libros de poesía: EL ESPACIO DE LA SOMBRA 1994; UNA LETRA ARROJADA AL FUEGO 1997, EL ENIGMA DE UN PÁJARO EXILIADO 2000 y ESTOCADA 2006 que recibió el Primer Premio de Poesía Juninpais2005 con el auspicio de Secretaría de Cultura de la Nación .Es primer premio de Poesia Ilustrada en 1998 por la SADE, finalista en Letras de Oro 2002,entre otros premios y menciones.Dirigió trabajos de interacción entre la poesía y las otras artes:plástica ,danza ,música y teatro, ciclos y programas de radio.Integra antologías y participa de asociaciones y encuentros poéticos. Prepara su nuevo libro de poesia , también un libro de arte y poesía”Coincidencias”y una performance con coreografia y música sobre sus textos . Colabora en publicaciones de arte y psicoanálisis, gráficas y electrónicas
Para tus ojos quisiera yo beber el dulce azogue, y amanecer cubierta de polvo de metales como una joven faraona muerta. Robarles su color a los almendros, y hundiéndome en el lodo feraz de los pantanos lustrar mi desnudez para tus ojos. Recuperar la luz de las espadas y hacerla batallar en mis pupilas. Tomarme espléndida como una esclava etrusca, cuya cabeza calva perturba el sueño de los mercaderes, como iracunda araña al sol del mediodía, como la dentadura feroz de los guerreros, como el líquido despertar matutino de las dianas.
( Pero todo esto no es sino literatura y debo resignarme a sonreírte sin existir, quizá, para tus ojos. )
"El hilo de los días"
Abismos
ABISMOS
Porque eres ave que girando en rebeldía desafía la bruma la ardua noche haciéndola más honda y más oscura y más inmenso el mar porque eres nave y náufrago a la vez sin velas y sin anclas solitario profanador de todos los confines potro de sombras desbocado y dulce para la libertad y el cielo galopante hecho de vientos y hecho de huracanes y sin embargo calmo como el agua de misteriosos y profundos lagos porque extraviado pero indiferente como un rey agraviado deambulas por los caminos de un imperio en ruinas porque eres un reloj sin manecillas un bello loto sobre los pantanos porque te vi sonriendo en tus orillas cayendo voy errática y ardida en tus oscuros mundos abismales.
"Círculo y Ceniza"
AHORA
AHORA
Me has enseñado a respirar Juan Gelman
Porque ahora paso mi mano sobe el envés de las hojas y sé leer su alfabeto y si cierro los ojos oigo correr un río y es tu voz que despierta
porque mi cuerpo comienza ahora en ti y acaba más allá de la lluvia donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila
y sé llamar las cosas de modo que éstas salten se desnuden y todo sea reciente para mis ojos que aman en tus ojos
porque en mi llanto crecen blandas plantas carnívoras y mi sangre palpita como una iguana abierta
porque ahora mi cuerpo recupera sus partes y nace una piel nueva que derrota el verano
porque me has enseñado a respirar.
LABERINTO
LABERINTO
Condenada a ser sombra de tu sombra, a soñar con tu nombre en cada madrugada. Por la ventana abierta un olor errabundo de vida, -¿y tú en que calle?- un temblor en la luz, el llanto de algún niño. Y tus ojos cerrados, o tus ojos abiertos como dos golondrinas, y tu mano en el agua o tu mano en tu pelo o tu mano en el aire con su triste blandura, -¿y en qué calle tus pasos?- y yo en sueños atada al hilo de tus sueños, condenada a ser sombra de tu sombra, a soñar con tu nombre en cada madrugada.
"Círculo y Ceniza"
SEÑALES
SEÑALES
La luna brilla con ese furor ciego que es señal inequívoca de que ha llegado el tiempo fértil del sacrificio. Huele a la piel rayada de los tigres, a orquídea que se abre, al humus que comienza a oscurecer la lluvia. En un sueño de ríos y serpientes naufraga la muchacha envuelta en llanto y sus pechos recientes se estremecen con un temblor antes desconocido. La muñeca que abraza tiene los ojos muertos. Y el ángel de la guarda marca una cruz con sangre sobre sus muslos blancos.
"El hilo de los días"
Piedad Bonnett nació en 1951 en Amalfi (Antioquia). Desde los 8 años de edad se trasladó a Bogotá. Es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes, donde es profesora de literatura en la Facultad de Artes y Humanidades desde 1981. Por su primer libro De Círculo y Ceniza, publicado en 1989, la autora recibió mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz. En 1991 estrenó su obra de teatro Gato por liebre. En 1994 publicó Nadie en casa, su segundo libro de poesía. En ese mismo obtuvo el Premio Nacional de Poesía Colcultura con su libro El hilo de los días, publicado en 1995. En 1996, con Ese animal triste, se reafirma como una de las voces más representativas de la poesía colombiana contemporánea. En el Teatro Libre se monta en 1997 su segunda obra de teatro: Que muerde el aire afuera, bajo la dirección de Ricardo Camacho. En 1998 publica una antología personal de su poesía bajo el título No es más que la vida y el libro de poemas de amor Todos los amantes son guerreros. Sobre la obra de Piedad Bonnett, Ramón de Zubiría escribió:
Si me urgiera precisar en dónde radica, a mi modo de ver, la soterrada, secreta virtud que sustenta el vigor, belleza y singularidad de esta poesía, no vacilaría en referirla a la riqueza de las intuiciones poéticas que, subyacentes, marcan la génesis de los poemas, y a la perfecta adecuación expresiva con que esas intuiciones quedan marcadas en los textos. http://caribe.udea.edu.co/~hlopera/La_Palabra_Viva/pb.html
Ya tengo en el cóncavo de mi mano esa fruta aun verde Como si de un ritual pagano se tratara La llevo a mí boca para intentar saborearla Encontrar en su pulpa alguna pasión escondida Encontrar en su pulpa alguna pasión escondida Esas ocultas en el lugar mas secreto de nuestro diario
¡La muerdo!
Siento que despierta todas las fibras de mi piel Como volcán colmado Brotan las precipitaciones anulándome cualquier conciencia Haciendo que mi velero corra a la deriva por el sumo atroz maremoto De mi sangre Inflamando hasta el último magma incandescente que dentro se encuentre Siendo tuyo jardín de la hespérides Huerto de mil paletas
No quiero despertar de esta ensoñación real Vivirlo hasta las últimas consecuencias Mostrándome como las pancarta de nuestra manifestación Sin carreras Sin esconder las caras tras telas inocentes de unos actos Nuestro torrente no fuese algo sucio…. Frió Si no algo sutil calido que llene la fuente de nuestro pequeño huerto Cuidamos, Amantamos con leche fresca de los apasionados Que vivan los nenúfares dando vida a nobles Sinceros proyectos de futuro Sin edades ni estados
Ser reales más que cualquier Atlántida sin naufragar jamás Ni condena ni olvido de los tiempos Sea proclama de los trovadores Pueblo Artesano de las palabras Escribas marcando en la piel símbolos Conocibles solo por los dos
Sentémonos a la vera del huerto Respirémosle aroma que se desprende ¡Esperadme!... Mi calida compañía
La mirada partida y el cristal de tus labios, es un juego con inquietantes formas de madera y piel. Se eligen, se abrazan y se bordan, en una quietud que marca ese tiempo donde angustia y soledad se hermanan, mientras cuerpo y muerte pasean por galerías donde retratos de tu voz, se pintan entre agonizantes naufragios de verbo.
Y la carne, sutilmente acolchada, muda de la tarde tratando ser el acorde que naufraga entre carne y verbo, agonizante. Voces que pintan retratos en las galerías donde pasea la muerte con el cuerpo, mientras se hermanan soledad y angustia en un tiempo que marca una quietud...
Se bordan, se abrazan y se elige una piel de madera, con formas que me inquietan cuando juego con tus labios de cristal y se parte tu mirada.
Somos libres Manuel Moreno Jimeno Somos libres Es el sol Las sombras desgarradas
Cunde el sol Y hay conjuración de llamas Porque a las estrellas más nítidas Las que en los ojos relampaguean El corazón les abre paso
Y aquí están los días purísimos Proclamando sus auroras en la sangre Y su reino perpetuo de lumbres en la tierra que nace
2
Somos libres
Y el amor resiste la destrucción implacable Las corrosiones que avanzan y avanzan y roen los adentros
Buscando las raíces El hueso diminuto Los vestigios mismos de la sangre
Con saña ferocísima aniquilan Y anegan todo
Pero ahí está siempre el porfiado ruiseñor de fuego Saltando de rama en rama de los cuerpos inmolados Su canto alígero de ternezas y de rayas Advierte insistente que en los pechos aún vive
3
Somos libres
Y el tiempo vuela Abre brechas en la piel y no duele El tiempo abatido sin pies ya no abre fondos El tiempo innumerable casando con la vida inextinguible En los círculos de fuego Inseguro Cae
Ahora es sólo la palpitación vivacísima La profusión fulgurante De ardientes despiertos sueños Y de albas
4
Somos libres
Y evidentemente todo el mundo se abre Y a la verídica historia nacemos Perdidas transiciones retrocesos y todos los desastres Porque corazón y manos son estrellas refulgentes Que ahora nunca más se ahogarán en sangre Y hay que ver a la muerte que agoniza Quebradas y hundidas sus negras alas
Así es la libertad Clavada adentro Que aflora en llamas en iris de hermosura Cuando se entreabre la sangre
La muerte de la Época Postmoderna y el advenimiento de la supermodernidad…
Un experimento narrativo que, mediante la voz de cuatro personajes, mezcla los géneros de la novela y el ensayo para arremeter contra la banalidad y el vacío de pensamiento que dominan en la civilización supermoderna y, por ende, en el mundo editorial.
El Mono Cibernético, agazapado detrás de una vieja computadora, irrumpe en los circuitos laberínticos de Weblandia para con su aullido de lobo, como el de Allen Ginsberg, anunciar a otra generación el final de los tiempos.
El Mono Cibernético es una novela decididamente iconoclasta, que rompe con cualquier “canon” y tradición; un ejercicio literario, atrevido e irreverente, con la visión crítica necesaria para no eludir la realidad del hombre, como especie, enfrentado a su destino.
El Mono Cibernético, de Pablo Paniagua, se publicó como “blognovela” en el diario digital El Librepensador, entre los meses de abril y septiembre del 2009, y ahora se presenta en formato de libro en papel y eBook, por medio de Literatura Indie*.
El Mono Cibernético es una novela escrita en base a las características de un medio, como es el Internet, que modela estilísticamente, en cuanto a su estructura y planteamientos, lo que supone una nueva forma de narrar. En este caso, es un escritor disfrazado de chimpancé el que irrumpe en el ciberespacio para proclamar “la muerte de la postmodernidad” y el consecuente inicio de una Época Supermoderna gobernada, en todos sus ámbitos, por la banalidad. Así pues, el blanco de sus críticas será nuestra civilización actual, y de forma particular un mundo editorial bajo el dictado del mercantilismo y sus productos infraliterarios. El Mono Cibernético lucha para evitar la muerte o el asesinato de la Gran Literatura, enfrentándose mediante la denuncia a los “traidores de la Palabra”. Y aquí es cuando asoma un estilo netamente directo y agresivo, de lo que supone una auténtica novela panfletaria (en su sentido no peyorativo)
La historia se edifica con cuatro personajes-narradores, lo que constituye, en sí, un experimento narrativo que se complementa con la fusión genérica de la ficción, el ensayo y la autobiografía. El Mono Cibernético, por tanto, es un claro exponente de la última vanguardia literaria, que se inscribe, sin lugar a dudas, en el siglo XXI.