viernes, 24 de septiembre de 2010

MÓNICA GAMEROS


kronos

MÓNICA GAMEROS



INTRO











00:00

[¿Quésss el tiempo?]



¿Quésss el tiempo?

sino un arma de control,

un arma de manipulación y poder,

de preocupaciones inventadas,

de mortalidad inevitable.



Si el tiempo es aterrante para los micro-organismos

que resultamos ser en la composición de la galaxia...



¿Qué demonios nos hace ocuparnos del tiempo,

como si en verdad existiera?



Como si en verdad pudiéramos matarle,

gastarle,

derrocharle,

manipularle.



¿Quésss el tiempo?,

si no una e x t r a ñ a obsesión al r e c u e r d o

y una mortal adicción a la nostalgia.



¿Quésss el tiempo?

si no la cuenta regresiva de nuestra muerte…

de nuestro olvido,

de nuestra extinción,

de n u e s t r a

n a d a . . .




Porqué nos escondemos?





04:51

[ABC del paranoico amoroso]



Derramo los segundos ocupándome,

moviendo el cuerpo y la mente sin cesar, sin pausa,

y hasta logró dejar de pensar en ti,

aunque sea un poco,

mientras sonrío sin ganas,

mientras finjo que todavía me amas,

mientras tenga lenguas hiperactivas enredándose en todo,

cruzando destinos como crucigramas en latín.



De pronto, percibo algo y cierro los ojos para no mirarte en el recuerdo,

sino sentirte de nuevo.



No quiero verte y siempre termino hipnotizada por tus ojos.

No quiero sentirte y lo primero que resiento es el olor de tu cuerpo.



A veces hasta me ahogo con tu aliento;

me envenenas con el rencor de tu saliva,

cierro los ojos y sé que estoy condenada.



Sólo espero misericordia de tu parte,

cuando dispuesto a olvidarme, quiebres mi cabeza sobre la almohada.

Sólo espero misericordia de tu parte,

cuando envilecido por tu falso orgullo,

atines a señalarme y maldecirme por usar la cabeza y salir corriendo de tu lado,

por que me dañas, me torturas, me provocas ataques de abstinencia.



Mi cuerpo me tiene loca por tu causa.

No deja de soñar contigo para compensar tu ausencia.



Mis ojos extrañan mirarte.



Si pudieras escucharme en el silencio,

saber lo que mis venas cantan para ti,

leer en mis ojos…



Si pudieras sentir lo que en mi arde cada vez que te miro,

que te acaricio,

que te observo,

que te memorizo,

con tal ansiedad,

como si muerta de hambre,

los dioses te ofrendaran en mi plato

y te exprimieran en mi copa.



04:59

[Piratería en rosa]



Respiro y sé que vivo una versión pirata de ideas sembradas en mí,

desde que masticaba las costras de mis rodillas.



Para qué me enseñaron a buscar al hombre que no existe.

Para qué los autos de pilas y los galanes de fantasía,

siempre relucientes, sin falta cada 6 de enero,

sólo para cumplir con el entrenamiento de la vida,

en el juego infantil de la estúpida competencia entre primitivos.



Da risa pensar en la vida de fayuca,

en la diplomacia,

en el oportunismo,

en el olvido obligado,

y en la colectiva amnesia.



La versión pirata de la vida, terminó con todo,

hasta con mis ganas de seguir respirando.



Los príncipes no existen ni entre la fayuca china de contrabando,

y cansada de buscar,

doy cuenta de que la piratería ha terminado rápido con las vanas ilusiones,

tan rápido, como ha terminado con las ideas…



Los príncipes resultaron, en el mejor de los casos, soldaditos de lata,

por que no alcanza ni para el plomo, y la mayoría de las veces,

sólo son sapos que revientan de celos, hartos de las mentiras de las otras.



Y así vivimos, amamos, respiramos, comemos y cagamos mentiras.



Los pollos hormonados, las vacas locas, la leche sin grasa;

el pan sin harina, las drogas sin tóxicos,

el amor sin sentimientos, sin locura, sin obsesión...



TodO Light.



La felicidad condicionada al silencio ante el engaño,

para que no se acabe,

para que nuestro amor propio no termine con la comodidad del otro;

con las ilusiones de la quinceañera, quien sigue creyendo en los

príncipes, que ya han pagado con oro a las hadas madrinas,

sólo por el privilegio de poseerla virgen.



Proxenetas con alas y príncipes pederastas...

pero en versión pirata y light.



Incluso el amor trae pegada la etiqueta Made in Taiwán.



La sociedad,

la mentira constante, un juego de rivales…

Todos engañan, todos tranzan, todos abusan…



La política de promesas y discursos gastados,

demagogia hecha canción de moda.



El tiempo de tu muerte que transcurre junto con los segundos;

receptáculo de tus sueños frustrados.



El dinero, un pedazo de papel o de metal,

converso en Dios,

en omnipresencia,

en fundamento de la existencia.



La sonrisa, un silencio que nos aleja del fracaso,

de la verdad que nos agobia.

Una delgada línea que flota en medio del lago de esta vida seca,

escurrida sobre tu mueca,

sobre las marcas de tus años,

sobre un rostro envilecido de tristeza.



La vocación, una compra que nos hacen los padres y nos venden toda la vida,

para ser alguien,

para no ser vagos y putas,

para no dormir en las calles,

para vivir angustiados por los créditos y los impuestos,

para pensar en el día de la gran elección.



En el extremo, el colmo,

pues la tristeza que me inspira estas líneas, también es mentira,

por que al final, es sólo parte de utópicas esperanzas,

de lo que consumes,

de lo que compras,

de lo que vomitas.



Hoy, todo es pirata.

Y así, en medio de la mentira como sistema de vida,

en mi cama, ya no hay solicitud de empleo…



Supongo que se debe a que el anuncio de amor

ya no he publicado sobre mis caderas.



Será que ya a nadie importa que todo sea mentira,

sólo importa que sea barato,

que no duela,

de lo contrario se le desecha por el inodoro,

directo al drenaje.



Total, qué importa que se atasque la red hidráulica de la ciudad con la nostalgia de todos nosotros,

que nos secamos, que nos exprimimos entre odios y resacas de histeria.

Y por todo eso, vivimos inundados de pestilente tristeza,

pues todo resultó ser una mentira que dura lo que un suspiro.



Hoy el silencio come conmigo, la luna me abraza el insomnio,

y yo sonrío ante la soledad que es la única verdad que existe

desde que nacemos y hasta que los gusanos nos conviertan en

abono, para las arenas del tiempo, en el reloj de la luna.



05:01

[Kamikaze]



Para un suspiro, mejor un ataque terrorista contra el amor.

Un ataque kamikaze con mucha pólvora,

con mucho fuego y caos,

con mucha sangre.



Que las llamas del odio nos impacten

y nos enmudezcan, y nos silencien,

y nos detengan en la charlatanería de todas las horas hábiles;

y que nos hagan callar, para que en medio del sonido natural del silencio,

escuche el último de tus duendes, cantando sobre la absurda realidad,

bailando como un borracho feliz y psicótico,

levantando un tarro de cerveza con el que vuelve a sentirse vivo

y de nuevo cree en las películas de amor.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.

Así nos quedamos con la mejor parte;

la que no nos invade con insomnio por ocupar la mitad de la cama;

la que no altera las manías de nuestras vidas o nuestras costumbres de muerte;

la que siempre sonríe y jadea,

y no apesta,

y no ronca,

y no se pedorrea bajo las sábanas.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.

Y mejor la vida compartida, sin compartir la renta,

sin compartir la comida y deglutir cosas raras,

sin compartir el teléfono y los celos,

sin compartir el televisor, al que odiamos por que es lo único que nos unía,

en silencio, sin vernos, sin tocarnos,

sin sentirnos.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze directo a nuestro inconsciente yo,

posesivo, obsoleto, paranoico,

y no, despertar con la camisa de fuerza,

y los rayos del atardecer abrazando nuestras alas,

y las estrellas cosiéndonos las garras, acurrucándonos la angustia de sentirnos solos

por que esa persona se marchó y no se llevó sus cosas, ni sus ansias,

y nos dejó tomando té con sus fantasmas,

y nos dejó sus fobias entre las sábanas.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.

Y no las cuentas de los terapeutas de toda la familia,

incluyendo al perro que cayó preso por violar al gato;

y no los intereses de las tarjetas de crédito para bajar los kilos que nos amamos,

para volver a invertir en plumas y joyas, y enamorarnos de nosotros y de nadie más,

por que lo que sigue, no se quedará y al final se mudará.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.

Y no las pensiones del divorcio y de los hijos y de los colegios.

Y no los pagarés del auto, del tuyo y del otro,

y del que quiere tu nuevo romance, quien en realidad ya había sido

tuyo en el pasado y ha vuelto para cobrarte la factura de hace

10 años, 6 años, 2 años, 3 meses . . .

666 siglos.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.

Y no la destrucción que los demonios del otro provocan en la comisura de tus labios,

sellándolos, lisiándolos,

para que no sientas,

para que sólo bosteces y vomites las migajas de lo que todavía sientes.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.

Y no comernos mutuamente en el teatro del odio y el reclamo.

Por que, aún exhaustos, tendríamos que correr, para aprovechar el bufete del show de nuestra miseria,

donde el plato principal es la pus de nuestros poros,

los huesos de nuestros cosmos,

las quesadillas de sesos que gastamos en mantener las mentiras,

para no ser culpables y no salir perdiendo.



Por que a nadie le place que lo odien,

que lo dejen,

que lo abandonen…



Por que nos convertiríamos en perdedores, inadaptados y empedernidos promiscuos e inmaduros,

por que estamos secos,

por que somos desierto,

por que somos arena y tiempo,

siempre el maldito tiempo.



Por eso, para un suspiro, mejor un ataque kamikaze.



Respuestas jodidas

y cantos mágicos para la soledad







Sólo HoY

2 X 1

¡Aproveche!















01:15

[L i b e r t a d]





Sólo soy polvo de la tierra indómita,



y así



quiero permanecer…





01:30

[Nock Out]



Las historias de amor terminan como las guerras:

aparentemente hay un vencedor y un vencido,

pero en el fondo, ambos lados pierden una montaña de sentimientos,

una larga lista de recuerdos destrozados,

y quedan hechos añicos por la imbecil testarudez, del ego-centrista que declaró la guerra

a la banalidad de las mentiras.



1 (Uno) termina su propia historia de amor,

ahogado en incertidumbres y temores...



1 (Uno) se muerde el alma cuando nos aborda la nostalgia,

y como siempre,

a pesar de la careta que usamos en el carnaval del éxito social,

en medio del silencio,

1 (Uno) busca entre los archivos,

eso que nos hacía felices.



Luego el orgulloso amor que uno se tiene a si mismo,

le convence a uno de seguir así,

para no ser descubierto en medio de las crisis melancólicas...



Nos entregamos a las repeticiones constantes del canto mágico de olvido,

del canto de la conveniente amnesia,

de la coraza que le ponemos a los suspiros,

y aclamamos y rezamos bajo la luz de luna llena:



¡No busques más tus labios en mi boca!



Pero, nos perdemos en el basurero de los recuerdos

desechados por el despecho.



Queremos regresar el tiempo,

arreglarlo t o d o.



Reconstruir en medio de la

d

e

v

a

s

t

a

c

i

ó

n.



La instantánea tristeza lo obsesiona a 1 (Uno) con querer reparar las cosas…



Finalmente, la maldita razón nos expropia el corazón para curarlo de espanto

y tatuarle en cada latido, el rezo mágico del olvido:



¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!



¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!



¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!

¡No busques más tus labios en mi boca!







01:59

[Enajenado]



La sinceridad afectada en tu mirada,

me hace pensar en una solitaria mariposa nocturna.



Tú, enajenado y obsesivo,

quieres gastar toda fuerza en una luna.



Te buscaré en cualquier gota de sudor.

Observaré tus gestos congelados por el miedo,

por la inquisitoria duda,

por la falta de sueños.



Paranoico, me miras y me diseccionas para saber si miento.

En tanto, tus manos sostienen la libertad de mis nalgas,

y entiendo que el amor, a veces, es una serpiente pisoteada.



¡Extraño caso!, pienso en silencio,

mientras me chupas el cuello y me desangras excitado.



Por mi parte, tengo nostalgia de los momentos con tu otro yo silencioso,

sin sentimientos,

sin palabras huecas,

sin promesas apócrifas,

incluso sin sexo,

aún más, que los de orgasmo.



Te digo que eres exhibicionista y paranoico

y me lames frente al asombro del mundo entero.



Te aferras a mí, como el tronco que se hace uno con el río,

y tus palabras me convierten en rama.

Así, mi cuerpo desnudo se disuelve en el azul profundo de tu soledad.

Y tú te conviertes en la luna que congela,

en el agua que me ahoga con la dulce saciedad de tus besos.



Esto que siento es la locura y me enferma.

He perdido la calma

y las ansias de sentirte, me vuelven adicta a las cicatrices que vas dejando en mi piel,

para dejar registro de tu esquizofrénica obsesión de poseerme.



Me enfermaste y me haz vuelto masoquista,

y lloro por mi otra yo,

que se ha convencido

de que es imposible huir de

tu v E n e n 0.





02:01

[Tasa de mortandad: 23%

A veces Huracán, a veces viento]



Arrugué mi alma como un papel

aferrado al viento, que en cualquier momento se torna huracán.



De reojo, miró las estrellas que me provocan vértigo.

Salto tres veces y alcanzo a ver mi reflejo en el espejo de la luna.



De primera, no me reconozco;

recorro los primeros surcos,

me doy cuenta de que una parte de mi,

ya agoniza.







02:10

[Hastío]



Cada noche inicio y termino la batalla.

Me empeño en ganarle a la muerte con sólo abrir los ojos de nuevo,

aún sin desearlo; con observarme alrededor del otro, en silencio,

para descubrir sus secretos,

para cantar sus plegarias,

para bailar sobre sus sueños.



Abrir los ojos y entender que hay que aprehender la presencia de alguien

o asumir su eterno vacío.

Vacío que sólo el diablo sabe cómo,

se volvió memoria de la utopía,

del estereotipado amor,

que no es sino insulsa obsesión por lo inexistente.



Mas, con el morboso odio y el enfermo deseo de que no seas una ilusión,

mi cuerpo y yo nos encontramos con tu cara funesta e impropia,

a cada parpadeo.



Encuentro en los agujeros de tu alma roída,

marcada por tu avaricia de amor,

cercenada por tu desconfianza pútrida y seca,

las cuentas de los saldos de tus mentiras y el cambio que robaste de mis historias.



Veo los parches de tu corazón,

remendados uno sobre otro,

una y otra vez,

siempre con hilo transparente, para que no se vea que eres pobre,

un pobre miserable que no se atreve a saltar en la fuente del gozo,

un avaro que no deja de contar, para no perder más.





Ocultas al hombre que pretende vivir en paz, sin dejar su adicción,

a pesar de su temor a sufrir,

a pesar de sentir el yugo,

a pesar de seguir rasgando su hueca alma,

sólo para que yo entre.



Me voy, no sin lamentar el tiempo que perdí contigo.

Me voy arrepentida de lidiar con tu necedad enfermiza

de evitar el dolor a cambio de no aceptar un beso.







02:15

[Dormir sin ti]



Todo parecía mentira:

el frío, el vacío de mi cuerpo olvidado,

el vacío de la soledad,

el vacío de la angustia,

la invasión del pánico…



Traté de convencerme de que todos eran pasajeros.



Traté de engañarme, repitiéndome que no existían,

que me había deprimido la lluvia ligera del día,

que extrañaba al sol

y que todo

era química neuronal jugando con mi cerebro.



Exasperada,

lo único que logré en mi mente,

fue verte.



Luego...

Sólo apagué tus ojos.







02:25

[Sueños]



Perdida en los amargos desiertos de tu reloj,

sin guía, sin brújula, sin faro que me oriente,

me dispongo a quemar mis entrañas sin piedad,

sin corazón,

sin ablandamientos…

Pero es inútil, por que en mi tierra onírica,

tus lágrimas inundan el silencio y me diluyen del hoy;

me orillan a esconderme en el ayer;

a dejar de pensar en el futuro;

a saber que no eres sino utopía,

y a desear que te ahogues en el lago de la amnesia.

Con el asalto a la tranquilidad de mi noche,

salí de la cama e inicié la carrera,

busqué la nota del sueño,

la que dejabas en tu puerta.



A d i o s y s u e r t e, decía la nota.



Hoy,

sola frente a tu puerta, sin poder creer el vacío que testifico,

preferiría quedar petrificada,

acariciar una piedra en la montaña,

dormir sobre el musgo y el hongo,

besar al mar y llorar con el cielo.



A d i o s y s u e r t e …

escribo sobre las nubes que impulso con pequeños suspiros,

y las dirijo a tu marejada de tristeza,

con la esperanza de que un día leas la nota.



Quisiera que lo entendieras,

pero has quedado ciego ante el asombro de mi olvido.



A d i o s y s u e r t e, escribo sobre las nubes y como nunca antes,

rezo para que abras tus párpados y leas la maldita nota;

misma que incendiarás con tus odios,

que usarás cuando no tengas papel higiénico,

que meterás en un archivo muerto después de perder la llave.



A d i o s y s u e r t e, escribo sobre las nubes y sé que sólo deseo dejar de prometerte que seré tuya.



Pero es inútil, ya soy piedra,

¿para qué llorarte?

¿para qué buscarte?

¿para qué amarte?





02:59

[Navegante]



Siempre viajé contra marea sin importar las embestidas.



Siempre con falsas expectativas de encontrar otro loco igual a mi,

justo en medio del océano,

solo con su veleta,

sin viento,

sin coraza;

dispuesto a experimentar la hiel y la melaza del mal tiempo.



¡Lástima, que el temor al dolor, haga a la mayoría,

sólo mirar desde la mutiladora certidumbre del muelle!







03:01

[Derrota]



En el infinito eco de tus besos, me silencia la añoranza

y dejo de atender las notas que haz guardado de cada una de tus decepciones amorosas.



Con mueca por sonrisa,

me pesa la derrota que me tomó sólo 2 minutos,

y me lamento no haber lanzado el vaso de cerveza sobre tu cara,

mientras tú seguías riéndote de mis sentimientos hacia ti.



Otra vez callada,

espero que me encuentres en tus sueños…



Ahí te espero, siempre que no me deleite

con el sabor de la dulce paz de la soledad.





03:15

[Definirte]



Rayos de luz,

alba que fallece;

ojeras cóncavas, malhumoradas, indigestas…



Eres un halo de viento, y tu cercanía despierta la ninfómana que transporto

desde las raíces de mi árbol genético.



Verte en ese rectángulo virtual de sacrificio nocturno

me pone más cachonda que una tacha.



Observarte desnudo con tus inútiles alas,

sin vuelo,

sin movimiento,

me hace desvariar e imaginar las terribles cosas que te haría.



Tus huesos cantan a la tristeza.



Tu sonrisa es de hielo.

Confieso que te espiaba con morbo, cuando la recortaste de un anuncio de dentífrico y la colgaste de tu mueca desangelada.



Tus dedos recorren el camino al desierto…

no descansan, solo bailan por ti, porque tu no te atreves a hacerlo.



En medio del gran salón de la inconformidad,

giras y rompes con todo, mientras lo inundas con tu sarcasmo.



En un segundo, la vida te abandona o finges tu muerte.

Luego, cansado del performance y sin poder controlarte,

resucitas con un toque de mis dedos.



¿Mientes?







03:33

[Sin evidencia]



Hoy preferí cerrar los ojos,

hacerme la ciega y dejar de sentir pena.

Pude entender a todos los que viven así,

lejos de todo e inmunes a la tristeza,

con su congelada sonrisa estúpida y su semblante de Éxito.

Y es que con los ojos abiertos,

siempre me pierdo.

La vereda se me esconde traviesa,

el pánico me invade,

la oscuridad se hace abismal.

No hay desiertos.

No hay lujuria,

tampoco miedo,

menos pasión;

el gozo y la dicha son veneno.



Piso las arrugas de la medusa y me rasguñan sus hiedras venenosas,

todas permanecen ahí tiradas en la acera,

para pedir las limosnas del odio de todos,

y recoger la caridad del amor de nadie.

En sueños, mis ojos se abren todo lo que pueden.

Dos faros me alumbran;

miles de carcajadas siguen a la tortura;

el silencio es un puñal

y cuatro relojes detienen el tiempo,

los segundos son ahora parte de la sentencia.



Pena capital, dice una de las voces desde su anónima oscuridad.

Busca tu camino de regreso si lo encuentras, grita otra voz,

¿Cómo?... me pregunto,

En este infierno ni Dante me encontraría… les grito,

mientras los azotes de la amarga apatía me ahogan en la infinita desesperanza.



De pronto, descubro que ese infierno está lleno de millones que me rodean,

pero nadie me habla;

son ciegos y se hacen los sordos;

algunos me pisan,

otros,

me olvidan.



Hoy, en medio del silencio,

olvidada,

evitada,

apáticamente no vista,

en un segundo, descubrí que mi infierno, es este abismo al que llamamos

c a s a.



04:02

[Por joder, sólo por joder]



Qué piensa este cuerpo que me odia tanto como yo le quiero;

que me recuerda que está vivo sólo por el dolor y el placer de joder.



El día que yo muera, será un día de fin de siglo.



Un día, qué cómo están las cosas,

seguro que la muerte viene después de que este cuerpo me castigue por siglos enteros,

antes de agotarse,

antes de extinguirse entre los telares del tiempo,

antes de la extinción de mi cosmos, al final del quinto sol.



Qué piensa este cuerpo mío, que sádico me desangra,

me azota, me envenena y luego me lleva al infierno

de la dulce venganza terrena,

de la puta soledad que me invade,

que me debilita y me sacrifica para que mi cuerpo siga en su placentera y paulatina muerte.



Mi cuerpo y yo somos buenos amantes

y nos odiamos como todos los amantes del mundo.



Este cuerpo mío, lleva un ejército de hormigas en mis venas,

pero, a veces, piadoso, amoroso, contradictorio;

me ayuda y me recuerda que no se ha muerto,

por que el alma que cargamos entre los dos,

siempre lo quema todo.





04:15

[Nadie]



En la oscuridad me aterra recordar mi debilidad por ti.

Me enferma la esclavitud de mi corazón, que loca y obcecada,

te ofrecí sin entender que era mi libertad la que te obsequiaba.



Sentir la fragilidad que transpiro por tu causa,

asesina cada segundo secuestrado, aniquilado y reciclado en tu ridículo juego de poder.



En la oscuridad escucho los suspiros de mi alma,

y la ansiedad que ella padece por el deseo de amarte.



Siento cada una de mis noches, sin remordimiento ni culpa,

la obsesión de matarte mientras te saco los ojos, que me asesinaron el día que nos descubrimos.



Triturar tus ojos

no es lo mismo que incinerar tu voz.



Tenerte en una tumba imaginaria,

no es lo mismo que desear no sentir nada al recordarte,

pero, si esto es o no es posible…



No importa.



Tú, ya no eres nadie.

Así lo he decidido.

Así lo he asumido.




Vamos, sólo déjate caer...]



Te regalo una de mis alas…



Sé que ya no puedes respirar más en esta tierra.



Vamos, sólo déjate caer...



Te regalaré un pedazo de mi alma,

para que no mueras en la caída y vuelvas a respirar.



Te acomodaré sobre mi cama de estrellas,

para que vuelvas a soñar.



Te obsequiaré un poco de ansiedad para que vuelvas a volar,

y una de mis alas,

para que cedas ante el vértigo de ser libre de nuevo.



Exprimiré tus demonios y me vestiré con tu piel,

para que puedas volar mientras te elevo con mis cantos,

y te llevaré a pasear por la vía láctea,

para que no te ahogues en el abandono del olvido.



Me vestiré con tu piel, y te daré una de mis alas,

para que puedas volar mientras el viento me cuenta tus pecados,

mientras tus sueños me lanzan al remolino de tu esquizofrenia



Vamos,

sólo déjate caer…




Desahuciada]



Sentada en el banquillo,

convertida en pieza de mármol para el ajedrez,

su lengua soltó el diagnóstico...



Desahuciada dijo la especialista, mientras sonreía como la burócrata lo hace con su jefe vitalicio.



Lo dijo con calma acostumbrada,

rítmica con la música de Ray Conif en el conmutador

que sirve de sinfonola a la aburrida terapeuta.



Recetó acupuntura, hipnotismo, yoga,

pastas aderezadas con whisky o tequila,

kilos de chocolate

y más horas con Morfeo.



Le oía mientras fumaba yerba de olvido,

y pensé en el maldito verdugo que me tortura,

con su sádica sonrisa,

con su caricia urticante...



Pensé en mi maldita adicción a ese cabroncete,

quien no deja de reír mientras me azota contra las paredes de su locura

y me obliga a usar su camisa de fuerza como vestido de bodas.



Recordé su rostro,

dejé de escuchar a la especialista

y asentí con la cabeza…



Sí claro; Sí, definitivamente; Sí, estoy decidida... le recé mientras me despedía de ella;

jamás un No, jamás un Pero,

jamás una duda sobre su elocuente Diagnóstico.



Cómo explicarle que el verdugo tiene colmillos,

que nunca ha fingido ser otro;

que al menos eso le agradezco,

por que, al menos, no es hipócrita como el mundo entero.




[Silencio]



Guardas silencio y te descubro menos hábil que un imbécil.

Tus ojos divagan en muecas de torpeza;

tu sonrisa, ausente, se esconde pudorosa y mojigata.



Pregunto la causa y recibo otro silencio alargado,

diluido en frenéticas horas de abundante ansiedad.



Tanto silencio me asusta.



Ojala pasara un halcón y té sacara la lengua.



Olvida los segundos y fantasmas del pasado,

¡Mándalos a la mierda!, de todos modos ya están muertos.



¿Cómo es que te recuerdas a ti mismo en todas mis historias?

Te conocí ayer, no antes.



¿Por qué te afligen entonces, los sudores y los olores de mi gozo?

Si todos están olvidados por mí.



Deja de levantar la mirada sin contestar a mis preguntas.

Dios no existe.



No bajes los surcos de tu frente,

el diablo nunca besa.



Deja las dudas y los celos en el cajón de las copias del fax.



Aprisióname contra ti y cerciórate de que

Yo, Sí Existo.






[Ma-Ña-nA]



Las primeras horas del día provocan el despliegue de mis alas que, humedecidas por el llanto del alba,

resultan inútilmente brillantes e inadecuadas, para sostenerme en el vuelo y desisto de las ansias de huir,

de salir volando por el orificio de tus lagrimales,

de salir huyendo de tu tristeza,

de escapar de las cadenas de tus recuerdos que no me dejan seguir,

que me atan y me condenan a vivir contigo

ausente, vacío, seco.



Una vez despierta sobre la nube de tu olvido,

me incinera el corazón la búsqueda de tu pecho,

y en un suspiro,

me trago tu aliento,

respiro tus latidos,

siento tus olores entre mis sueños.



En el eco de mis sueños, mezclados con el temor que destilan tus pesadillas,

te quiebro la sonrisa en mil pedazos,

en mil partes de ti que se hacen un millón,

en miles de astillas que me desangran hasta la muerte,

una y otra vez,

como las noches de insomnio en las que, entre sueños,

vives el suicidio de todas las amantes que has destruido.



Te observo clavar la estaca sobre mi pecho como ha dictado la sentencia y seguir tu camino,

como si nada hubiese acontecido,

como si las torres de tu vanidad hubiesen caído de nuevo

sin asombrar a nadie.





¿Para qué buscar la respuesta a tu ausencia?



Las manecillas corren angustiadas, acosadas por el tiempo,

e inmisericordes, tratan de arrancarme el alma,

para resguardarse de las dunas de segundos descarriados,

incontrolables y asfixiantes.



Eso me hace recordar que esta mañana

le pregunté al frío si te vería de nuevo,

y enseguida recordé que es inútil hacerlo

por que la respuesta siempre es la misma:



¡Vuelve a preguntar mañana!




Prohibido amar]



Tus palabras gotean como agujas sobre mis pestañas

y ciega, pierdo los pasos,

tropiezo con el cielo.



Me ahogo en el abismo de tu apatía

y tú sigues rencoroso,

el registro del cronómetro de mi orgasmo.



En tanto, la ansiedad en espera de tu voz,

se atormenta y se lanza contra las paredes de mi casa;

quiere la dolorosa libertad del mundo,

pero no sabe como conquistarla y mejor le pongo la camisa de fuerza,

para no escucharte en tu dictatorial y necia desconfianza.



Mutilo mi respiración en un ataque de ira,

y es entonces, que en el primer destello del alba,

te vislumbro junto a mí

y siento que la cordura vuelve sin aviso previo.



Es en ese instante, que la tensión ya me aflojó los huesos,

se han transmutado en conchas de mar pendiendo de hilos,

y estos,

como mi alma,

se mecen con el ulular del viento.



Harta de ti, de tu estúpido temor al dolor,

me permito descansos que luego, obsesiva, me reprocho,

por que me llevan a la derrota de la batalla contigo.



Quiero levantarme de la cama donde me posees,

pero cada movimiento parece imprudente por que te amedrento.



Te veo pasar de largo por la espiral que va al cielo sin inmutarte.

Tus manos agrietadas me desollan,

tu mirada de retiro espiritual me censura

y tus labios de vendimia

me duelen.



Tu saliva jugosa, venenosa y adormecedora,

me emborracha y me provoca vértigo.





Quiero levantarme de la cama donde me posees,

y al filo de tu puerta, una inscripción advierte:

“Prohibido amar”,

mientras en la pared de tu cabecera, cuelga un Cristo torturado,

quien sangra agonía y le canta al placer del martirio,

llora y piensa en su muerte anunciada,

al unísono de mis jadeos en el altavoz.

Vuelvo a leer “Prohibido amar”, justo sobre la puerta,

junto al Cristo torturado que nos mira y nos odia

mientras fornicamos sin pensar en su sacrificio.



Tu cuerpo aprisiona el mío;

tus ojos pierden esa mirada de malicia.



Te he hipnotizado con mis jadeos de sirena

y tus labios me besan para no dejar escapar tu voz en palabras.



Fracasas en el intento de censurar tu garganta;

pierdes el control mientras me acribillas.

Gritas y juras que no me dejarás ser de nadie más,

Ni siquiera mía…



Cristo, torturado, se burla de ti a carcajadas,



Tu lengua desatada, se amotina contra tu mente desconfiada

y pierdes el control frente al inconsciente

que te hace hablar como un dictador frente a la masa esclavizada.



Por cierto, tus palabras no son

“Prohibido amar”

y es entonces que te ahogas en demagogia ante la aterradora verdad de mi partida.





Tres soles, dos lunas]



Tu noche no termina con el sueño húmedo, que tuve con la luna.

Tus lamidas siempre duran más que la eternidad y por eso,

estoy segura de que si tu luna fuera la mía,

tu saliva, a flor de labios, sería un gran desierto.



Obseso, reseco, me estrujas sin piedad.

Haz decidido desvirgarme, de nuevo en cada intento,

sólo para no sentir la invasión de tu territorio,

lo que es lo mismo,

la invasión de mi cuerpo.



Obedéceme...



Mejor acuéstate de lado,

boca arriba te cae polvo en la mirada,

de espaldas se te seca el amor en la médula

y agachado, a cuatro patas,

no dejas de aullar.



Pero antes de dormir, déjame dos besos distintos en la boca;

sorbe a tragos la luz y el tiempo,

y dibuja ridículos corazones cruzados en la pared.

Por las madrugadas, cámbiate las escamas de cada noche,

por que estoy cansada de tu hedor…



Silenciosa, me cuido de que no leas mis pensamientos y

me obligas a retejerme entre tus brazos.



Sé que al amanecer, veremos caer la lluvia que nos deprime

y nos rejunta como caracoles en celo,

y que una vez terminada la tormenta que nos afloja el ánimo,

el Sol se asomará a nuestra habitación para supervisar

que seguimos intentando dar cabida en mi vientre a su hijo.



Mas, por ahora, dedico las horas a caminar sobre las arrugas de tus ojeras

y descubro mi rostro en el espejo de tu mirada.



De ti sólo espero que me evapores de nuevo en tu ácido

para no tener que limpiar el parabrisas de tu apática sonrisa,

de esa media luna que te protege del dolor,

de su forma y de su existencia.



Sólo espero que me evapores de nuevo en tu ácido,

para no lavar la vana ilusión en que te haz metido.

¿Porqué no me sorbes en tu tasa de té?

De todos modos sigo frente a la ventana de tu cuarto,

observando niños tocando niñas,

ancianos patriarcas acariciando sus manos,

perros lamiendo gatos.



Bajo el sol, vuelve a las dunas de las almohadas,

y ahí, enamórame como el viento lo hace con la rama.



Deja de interrogarme, por que ya no sé quien soy,

ya no sé si hablo tu idioma,

ya no sé si puedo esperar de ti algo más que la cura del cáncer,

algo más que la vacuna contra el sida,

algo más que tus críticas sin fundamento.



Sólo dime, ¡Contesta!,

¿Qué me has hecho?

Por que ya no creo en tus palabras…

Por que tus promesas me suenan a mentiras en rima,

a canciones gastadas, a comerciales idiotas

que venden un segundo de felicidad barata y simple.



Sólo dime,

¡Contesta!



¿Qué me has hecho?





v e n c i d o …



Al final, nos tomamos de las manos;

nos sabemos culpables,

y enmudecidos,

no buscamos justificación a nuestra insensatez.



Sólo somos los asesinos maniaco-depresivos

que le han matado.





00:02

[Santa]



Buscas con caricias arácnidas la vulva de mi centro;

ahí, dejas al descuido tu agriedad suave

y besas la palidez lunática de mi rostro.



Ríes como quien conquista la locura, mientras revuelves mis memorias.

Hurgas como un depredador hambriento;

encuentras una de mis fotografías

y te burlas de que falsamente parezco una Santa de estampita.



Después encuentras mis escritos, tus ojos se desorbitan del asombro…



¡Que orgía!, gritas,

y eso que llamamos tiempo

se desgaja ante el derrame cerebral de tu angustia.



Revisas con vocación, como un ginecólogo,

en todos mis papeles,

en todos mis recuerdos,

en todos mis escritos,

y gritas obsesivo, dos, tres y hasta diez veces, que me amas.



Yo escucho tus gritos mientras en el espejo humeante,

veo otra de mis cien mil vidas.



Me observo en otra dimensión paralela.

Lejos de ti, me encuentro frente al mar,

las olas tocan una sinfonía especial para mi

y me pregunto cuándo entenderé que ese placer,

extenuador y asesino,

es la reencarnación y la amnesia, la soledad y el júbilo.



En esa tierra paralela, la brisa marina me besa igual que tu boca.

Guiada por tus frases pirateadas de un anciano juglar,

sigo tus huellas en la arena, y me hallo junto a ti.



Ambos estamos sobre las rocas,

amándonos impúdicos,

lascivos y despreocupados de la luna vouyerista.



Por mi parte, me he enredado en tu cuerpo

como la planta de mi madre lo hizo

con la columna del patio trasero.



Me sostengo y gozo del tiempo que me das;

gozo de ese tiempo que se va a terminar.





Tú dices que parezco una Santa de estampita, con la seguridad de un científico ateo.



Yo, soy un grano de arena flotante;

una hilera de estrellas muertas,

un resplandor artificioso.



Soy un demonio que te pone sobre las brazas para devorarte.



Trato de amarrarme a un coral con la intención de no hacerte daño,

y entiendo que el daño ya está hecho,

que no hay solución,

que no habrá absolución,

que todo ha terminado.





[Melancolía]



Te tenía tan lejos que anhelaba tu quijada;

alargada, ensanchada, disuelta;

clavada en mi cuello;

exprimiendo mis senos.



Veo, entre los recuerdos que archivé de ti,

el ombligo desierto, insípido y seco

que me regalabas cada 27 horas.



Extraño no penetrarlo con la humedad de mis palabras,

y me invade la nostalgia de lo que nunca hemos planeado.



Por acto reflejo, sé que echo de menos

escuchar los borbotones en tus flancos;

sentir la cascada de tu saliva;

ahogarme entre las risas con las que celebrabas tus deseos.



Sentada frente a las hojas,

mis dedos se intimidan con la tinta que plasmo en mi diario,

pero las palabras se quedan y a pesar de ser pecaminosas,

las recibe tu ombligo abandonado en el colchón,

y muy serio,

las absuelve sin condiciones.



La nostalgia de tu quijada me amarra a la cama;

tu mirada insiste en verme como la virgen que nunca fui.

Yo sonrío y entiendo que eres un tonto.

Me despido de ti y te saboreo por última vez.



Tú, ansioso, casi adivinas lo que hago,

pero sin seguridad alguna y por si acaso,

me clavas con tu saliva y remachas mis andanzas,

con tus deseos cantados al alba;

como en una poesía maldita,

como en una mentira hecha promesa,

como en una plegaria inútil.



Por mi parte, he dado vuelta a la pieza con que te atraía

pues te he dado jake mate;

y en medio de tu mar egocéntrico,

te aferras a la torre de tu soledad,

al rascacielos de tu abismo,

e inútilmente, te niegas a perder esta batalla.





No te haz dado cuenta que ambos hemos sacrificado nuestros imperios.



No te haz dado cuenta de que por ti y por mí, es que llevo luto.



Morbosos, arrodillados sobre un mar rojo;

miramos los restos del cadáver de nuestro idilio,

tirado,

desecho,

como un harapo desgarrado,

http://monica.infrarrealismo.com/Kronos/kronos.htmlUn saludo...Gracias por entrar en este nuestro taller

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