domingo, 26 de septiembre de 2010

Shakespeare

Suenan las campanas de las dos en la catedral de Notre Dame, reflejada en los cristales de la librería Shakespeare and Company. Junto a la entrada, Sylvia Whitman saca el polvo a una enorme montaña de libros de segunda mano. Una chapa reluce sobre su vestido de topos, en la que se lee la inscripción "Reading is sexy". Sylvia nació hace 29 años en el hospital a la vuelta de la esquina. Después pasó sus primeros meses de vida en el vetusto edificio donde se encuentra la librería anglófona más legendaria de París, pero se tuvo que mudar a Londres cuando todavía gateaba. Sus padres se acababan de divorciar.

Hace ocho años decidió volver a Francia para conocer a su anciano padre antes de que fuera demasiado tarde. Se encontró con una leyenda viva llamada George Whitman, nieto ilegítimo del gran poeta estadounidense y propietario de esta librería convertida en refugio para escritores de paso por París. "Al llegar aquí, entendí que nunca podría conocer a mi padre si no trabajaba con él, ya que esta librería es su vida", confiesa. Decidió ponerse detrás del mostrador. En 2004, justo después de cumplir 90 años, su padre decidió que había llegado la hora de jubilarse. Sylvia cogió entonces las riendas del negocio, que había tomado prestado el nombre de la librería regentada por Sylvia Beach hasta la ocupación nazi, por donde pasaron James Joyce, F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. Este dejó prueba de todo ello en París era una fiesta.

La librería anglófona más legendaria de la ciudad fue fundada hace 60 años por un nieto ilegítimo del poeta Walt Whitman
Desde su fundación, hace 60 años, Shakespeare and Company ofrece cama a jóvenes literatos carentes de presupuesto. Más de 40.000 escritores han dormido aquí. Por ejemplo, Toby, que lleva dos años viajando por el mundo haciendo autoestop y que parece una caricatura del explorador mochilero. "Soy australiano, pero me siento en casa allí donde haya gente sonriente", asegura. "Por cierto, ¿sabes por dónde se pone el sol?". También Silke, una joven alemana que escribe su tesis doctoral sobre los puertos marítimos en la literatura colonial. O Cailean, estudiante de Oxford que dirige la revista política de su facultad. Sylvia deja que se alojen en la librería entre una y cuatro semanas sin pagar un solo euro, con la única condición de echarle una mano durante un par de horas al día. Antes de marcharse, deben escribir una página sobre su vida.

Shakespare and Company figura hoy en todas las guías y se ve asaltada cada día por legiones de turistas en búsqueda de ese París romántico que ya casi sólo sobrevive en la imaginación del visitante. La leyenda se ha amplificado todavía más a través de películas como Antes del atardecer o Julie y Julia. "Ante esta avalancha, resulta cada vez más importante mantenerse fiel al espíritu original del lugar. Podríamos hacernos millonarios vendiendo camisetas de la tienda y ejemplares de El código Da Vinci. Pero preferiría cerrar la tienda antes de terminar así", dice Sylvia. Su padre parece estar de acuerdo. Hoy suma 96 años y le cuesta salir de su apartamento, en el tercer piso del mismo edificio, donde vive rodeado de alfombras persas y madera vieja. Recibe tumbado en la cama, mientras lee el Herald Tribune junto a un plato de estofado y recuerda en un castellano excelente aquel día en que decidió crear "una utopía socialista camuflada bajo el disfraz de librería".



Un saludo...Gracias por entrar en este nuestro taller

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